Una solitaria travesía por la Antártida, con Albert Bosch.
¿Qué se siente llegar a la montaña más alta del mundo?
Es un sueño para cualquier corredor, no es solamente lograrlo y ya, es todo lo que hay detrás, es el logro de un proyecto de vida que se veía preparando desde hace tiempo. El Everest fue una experiencia increíble, estar en lo más alto del mundo es algo que no se logra todos los días. Estar ahí te lleva a pensar y tomar más en cuenta los valores ambientales.
En muchas ocasiones había podido hacer expediciones al Ártico, zonas de Laponia, el círculo Ártico, pero haber hecho la travesía integral de la Antártida fué un regalo de la vida, estuvo en casi el 98% de la travesía solo, su compañero abandonó y tuvo que hacerlo solo, eso sirvió para conectarse desde el cuerpo y la mete con lo más hermoso la naturaleza, así como tuvo que ponerse a prueba y poner en práctica todos los conocimientos adquiridos en toda su trayectoria.
¿Estuvo presente el miedo?
El miedo siempre va a existir, por ejemplo saberse únicamente en medio de la nada y no tener a nadie que te ayude por si llegas a desmayar, da miedo, eso pudiera ser mortal, pero el miedo es parte de esto, cuando haces cosas grandes tienes que tener miedo, sólo hay que saberlos controlar y no permitir que sean un elemento para el bloqueo.
¿Cómo se intenta buscar un patrocinador?
Se considera un asesino de sueños, de los sueños no se vive hay que proyectarlos. Puedes tener 7 sueños atormentándote, querrás hacer 7 cosas distintas, pero deberás asesinar a 6 para quedarte con 1, porque si no te distraes y eso te frustra, no podrás dedicarte a todos, no al mismo tiempo. Esto es parte de la conversación que tuve con Albert, un loco de las travesías, no te quedes sin ver el episodio #4.
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